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sábado, 5 de julio de 2014

Reconocer la vocación

Publico algunos extractos de una carta que he recibido tiempo atrás de una lectora del blog, la cual había decidido responder afirmativamente a la llamada de Jesús.

Queridísimo hermano en Cristo,
                                                 […]. Por 4 años he negado y rechazado todo signo de llamada religiosa [..] han sido años de intensa y profunda tribulación y sufrimiento interior. Si finalmente he decidido de obrar diversamente es solamente porque me he dado cuenta que mi indecisión sobre el estado de vida a abrazar debe terminar [...] a veces me pregunto el porqué de tanta predilección de parte del Señor no obstante mi indignidad!

Es en verdad difícil poner por escrito lo que se siente en el corazón en ciertas situaciones y yo te agradezco tu disponibilidad y paciencia. El haberte escrito y el escribirte me ayuda tanto, me da fuerza…. Te pido disculpas si he sido inoportuna y si te he hecho perder el tiempo precioso con mis mails insensatos. No quiero disturbarte más porque me doy cuenta que no escribo nada coherente…. Quiero solo decirte gracias y pedirte que reces por mí, nada más...

Un abrazo… continuaré leyendo el blog.

(Carta firmada)


Querida hermana en Cristo,
                                            no tienes que pedirme disculpas de nada y no debes preocuparte; para mí no es un fastidio el recibir cartas de parte de personas atraídas a la vida religiosa, es más, es verdaderamente una alegría responder y animar las almas a seguir a Jesús en alguna buena congregación. Por lo tanto si quieres escribirme, leeré y te responderé con mucho gusto tus cartas. Admiro mucho cada vocación, y por lo tanto la tuya. No quiero que ni una se pierda. Cada vocación es un tesoro no solo para quien la recibe, sino también para todo el resto de la Iglesia Católica que es el Cuerpo Místico de Cristo. Te confieso que no veo la hora que te vayas a un convento a hacer una experiencia vocacional. Sé que tu director espiritual es un sacerdote muy preparado, y si ha visto en ti los signos de vocación, hay que creerle.

Porqué entre tantas otras jóvenes, el Señor ha querido elegirte a Ti? Los decretos Divinos son insondables, pero lo cierto es que El no elige en base a los méritos, por lo tanto tu llamada es solo una obra de Su amor gratuito. En el convento será muy fácil para ti despreciar todas las vanidades de la tierra (riquezas, éxitos, moda, etc.) y vivir solo para amar a Dios y salvar las almas con la oración, la penitencia y el apostolado. Estos sufrimientos interiores que estás pasando son tu campo de batalla. La vida sobre esta tierra es una prueba, o sea que debemos probar a Dios que lo amamos de verdad con todo el corazón y sobre todas las cosas. El verdadero amor se demuestra en el saber sufrir por la persona amada. Tu, ahora, estás sufriendo mucho, pero es justo en este sufrimiento que estás demostrando que amas a Dios. Sin que te des cuenta, en cada instante de dolor estás diciendo que prefieres sufrir estos padecimientos interiores que rebelarte a la voluta del Señor que te está llamando a seguirlo en uno de las mejores Órdenes religiosas en Italia.

Tus sufrimientos son una verdadera cruz, pero escucha un poco lo que escribe al respecto Santa Gema Galgani: ...Después me dijo Jesús: «¿Sabes, hija mía, en qué manera me recreo en mandar las cruces a las almas que me son más queridas? Yo deseo poseer esas almas, pero enteramente, y por esto las rodeo de cruces, y las cierro en las tribulaciones para que no se escapen de mi mano; y por esto esparzo sus cosas de espinas para que no se afecten a ninguno, sino que prueben su alegría solo en Mí. Es el único camino para vencer el demonio y alcanzar la salvación: Hija mía, ¡Cuántos me habrían abandonado, si no los hubiera crucificado! La cruz es un don muy precioso y de él se aprenden muchas virtudes»

Tanto es lo que espero que toda pena me es querida” decía San Francisco de Asís. La misma cosa te digo para animarte a perseverar.

Te saludo fraternamente en Jesús y María,

Cordialiter