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domingo, 12 de junio de 2011

Las familias y las vocaciones

Es necesario poner en evidencia todos los medios para que las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, esenciales para la vida y la santidad del Pueblo de Dios, estén continuamente en el centro de la espiritualidad de la acción pastoral y de la oración de los fieles.

Los obispos y presbíteros sean, primeramente los testigos de la santidad del ministerio recibido como don. Con la vida y la enseñanza muestren el gozo de seguir a Jesús, Buen Pastor y la eficacia renovadora del misterio de su Pascua de redención. Hagan visible con su ejemplo, de modo particular a las jóvenes generaciones, la entusiasmante aventura reservada a quien, sobre las huellas del Divino Maestro, elige pertenecer completamente a Dios y se ofrece a sí mismo para que cada hombre pueda tener vida en abundancia. (cf. Jn 10, 10).

Consagrados y consagradas, que viven “en el mismo corazón de la Iglesia como elemento decisivo para su misión” (Vita consecrata, 3), muestren que su existencia está sólidamente radicada en Cristo, que la vida religiosa es “casa y escuela de comunión” (Novo millennio ineunte, 43), que en su humilde y fiel servicio al hombre aliente aquella “fantasía de la caridad” (ibid., 50) que el Espíritu Santo mantiene siempre viva en la Iglesia. ¡No olviden que en el amor a la contemplación, en el gozo de servir a los hermanos, en la castidad vivida por el Reino de los Cielos, en la generosa dedicación a su ministerio reside la fuerza de cada propuesta vocacional!

Las familias están llamadas a jugar un papel decisivo para el futuro de las vocaciones en la Iglesia. La santidad del amor esponsal, la armonía de la vida familiar, el espíritu de fe con el que se afrontan los problemas diarios de la vida, la apertura a los otros, sobre todo a los más pobres, la participación en la vida de la comunidad cristiana constituyen el ambiente adecuado para la escucha de la llamada divina y para una generosa respuesta de parte de los hijos.

[Extracto del Mensaje de Juan Pablo II para la XXXIX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones]