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sábado, 16 de mayo de 2015

Cuando uno está en la Voluntad de Dios, tiene paz


Carta sobre la vocación escrita por mi amiga Poitiers.


Querida [...].

Al leer tu escrito pienso que definitivamente debes recomenzar un discernimiento vocacional. Aquí te juegas la vida. ¿Por qué digo esto? Porque sólo en la medida que sigas el plan de Dios para tu vida, serás feliz. Y eso tú lo percibes. No temas ni te acobarde las circunstancias en las que te encuentras, ni los pecados que lleves... piensa en la Magdalena, pecadora pública, hoy la más santa después  de la Virgen María; piensa en Pedro, que le prometió a Cristo que por Él daría su vida, luego cobarde, lo negó tres veces; y hoy es San Pedro, primer Papa... Después de las negaciones, Cristo no le quitó el llamado ("Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia..."), sino que lo reafirmó.

Todos los pecados, fallas, imperfecciones que podamos tener, son gotas en el inmenso océano de la Misericordia de Dios. No tengas miedo de volver a decirle sí a Cristo, de volver a seguirlo en un camino de total entrega, si es lo que Él te pide. En tu circunstancia actual será más difícil que la primera vez, pues implicará dejar trabajo, novio, proyectos... pero ¡Cristo no vale la pena, vale la vida!

¿Recuerdas al joven rico del Evangelio? Cristo fijó en él su mirada; lo amó. Lo llamó a unirse a Él... pero el joven se acobardó porque seguir a Cristo implicaba dejarlo todo, y él tenía muchos bienes. Yo creo que el joven rico lloró amargamente no haber seguido a Cristo.

Reza, ten una oración constante y profunda. Cuida la vida de gracia. Ve a Misa y comulga cuantas veces puedas. Busca un buen director espiritual que pueda guiarte y ayudarte a discernir. Si está la posibilidad, como tú crees, de que tengas vocación religiosa ¡siéntete dichosa! Si lo confirmas, no dudes en dejarlo todo y seguirlo; sé fiel, generosa y perseverante en tu sí.

Mira, cuando uno está en la Voluntad de Dios, tiene paz. Se sabe feliz y dichoso, aunque sensiblemente viva una lucha.

Si tu corazón fue hecho para Dios totalmente, y no para dividirlo con un amor humano, con nada podrás llenarlo; con nada.

Para terminar, te animo a que vuelvas a la vida de oración, de gracia. Que busques ser fiel y santa en tu vida actual (no esperes a entrar a un convento para ello). Retoma el discernimiento sin miedo, y con alegría. Si vieras que finalmente tu vocación no es la religiosa, con alegría a ser santa en la vida laical. Si en cambio Dios te pide una entrega radical, no dudes en que Él puede hacerte plenamente feliz.

No olvides que como decía Santa Teresita "la perfección consiste en hacer Su Voluntad, en ser lo que Él quiere que seamos".

Rezo especialmente por ti, y quedo a tu disposición para lo que pueda ayudarte.

Un abrazo en Jesús y María.

Poitiers